9.1.- Años de esfuerzos y esperanzas
Los nuevos dirigentes se pusieron a trabajar. Arturo Arancibia condujo la nueva directiva. Se nutrieron de jugadores de la zona y buscaron entre los jóvenes de otros planteles. En 1979 Unión La Calera tenía un equipo que daba que hablar. La conducción técnica quedó a cargo del más históricos de los entrenadores de los "rojos": Oscar Andrade.
Se consolidaron o aparecieron figuras como Osvaldo "Papudo" Vargas, Héctor Díaz, Daniel Ahumada, José Alam, Juan Carlos Vera y Domingo Gutiérrez, entre otros. Se unieron a jugadores como Franklin Lobos, Mario Caneo, el arquero Ricardo Díaz (que había vuelto), Francisco Ugarte, Roberto Fernández y Sergio Salgado, junto a varios más.
Se iniciaba con ellos un proceso que pretendía devolver a Unión La Calera a Primera División. En 1980 al plantel titular se agregaron Eduardo Rojas, Domingo Gutiérrez, Mario Vásquez, Caupolicán Escobar, José Illescas, Caupolicán Escobar, Félix Nogueira y el brasileño Walkir Edison Olivera ("Eso"). Juan Carlos Vera ya era una realidad y fue llamado a la Selección Chilena de Luis Santibáñez.
El ex seleccionado chileno Carlos "Pluto" Contreras siguió el proceso en 1981. Llegaron jugadores como Manuel González, Raúl Toro, Santiago Pardo, Jaime Fonseca, Benjamín Valenzuela, Germán Pino y el uruguayo Washington Castro. Unión La Calera volvió a ser animador de la competencia, pero no logró el ansiado ascenso a la División de Honor.
Entretanto se había consolidado la vida institucional del club y a muchos jugadores les interesaba jugar por Unión La Calera. Los hinchas volvieron a los tablones y las arcas del club mejoraron. Se pudo traer nuevos técnicos y jugadores e invertir con mayor fuerza en las Divisiones Inferiores. De allí salieron figuras de primer nivel, que después de lucir la tricota roja llegaron a otras instituciones y hasta la Selección Chilena.
El dirigente Arturo Chahuán Issa recuerda que Juan Carlos Vera, jugaba, cuando niños, pichangas en el centro de la ciudad. Era muy hábil con la pelota. Le llamaban "Pele", como a su hermano. A los 12 años se fue a España con su familia. Volvió como a los 16, luego de estar en las divisiones inferiores del Rayo Vallecano.
Juan Carlos Vera se había convertido en un gran jugador. Luis Santibáñez, quien lo llamó a la Selección Chilena en 1980 dijo: "es el mejor jugador chileno de lo últimos veinte años. Después de algunos años en Unión La Calera, emigró a Audax Italiano, Huachipato y México. En el país azteca fue un astro de primer nivel.
Entretanto, Marco Antonio Figueroa había llegado de Llay Llay a estudiar al Liceo Industrial, donde jugaba en su selección. Era un mediocampista de excepción y pronto estuvo en las Cadetes de Unión La Calera. Arturo Chahuán dice que "mucha gente llegaba a verlos a él en los preliminares". Sin embargo, su puesto en el equipo titular los tenía Juan Carlos Vera.
Un día le pidieron si podía jugar de centrodelantero. Con pachorra respondió, "¡soy mejor que todos!". Debutó a los 16 años y se convirtió en un goleador de fuste. Lo apodaron "Fantasma" porque aparecía por donde ningún defensa lo esperaba y porque, después de cada gol, se cubría la cabeza con el reverso de la camiseta. Fue vendido a Everton a principios de 1984. Después fue a México, se puso la "roja" de Chile y volvió para jugar en Universidad Católica y Cobreloa.
.
9.2.- La llegada del "Chepo" Sepúlveda
En febrero de 1982 llegó Alfonso "Chepo" Sepúlveda como entrenador de Unión La Calera. El ex seleccionado chileno e integrante del "Ballet Azul" de la Universidad de Chile, sucedió a Jorge Toro, otro grande del fútbol chileno, que no tuvo buen éxito a cargo de los "rojos". Antes había estado Carlos "Pluto" Contreras.
Alfonso "Chepo" Sepúlveda recuerda su llegada. "No tenía muchas ganas de seguir como técnico. Quería volver a Bolivia a trabajar en la Pepsi Cola. Recién había dejado Aviación, donde tuve como jugador a Avelino Albornoz. El hizo algunas gestiones con los Chahuán y me hice cargo del equipo".
Los primeros indicios que recibió Alfonso "Chepo" Sepúlveda no eran muy auspiciosos. "Había tantos problemas que nadie quería asumir algún compromiso. Una vez me encontré en la tienda de Bishara Chahuán con el entonces presidente del club, René Durán Encalada. Parece que no me ubicaba, pues me dijo: `¿Usted viene a trabajar acá? Si esto no lo arregla ni Fernando Riera´".
Pese a los malos augurios, Alfonso "Chepo" Sepúlveda, lentamente, fue conformando un plantel. "Había varios de Santiago y otros de la zona. Recuerdo a Rogelio Farías, Santiago Pardo, Fernando Santis, Alberto Hita, Avelino Albornoz, Miguel Angel Herrera, Mario Flores. También había varios jóvenes que tenían un natural talento para el fútbol. Daniel Ahumada, Domingo Gutiérrez, Jorge Chahuán, Mario Vásquez, Juan Carlos Vera, Marco Antonio Figueroa y otros".
El entrenador dice que debió enfrentar un problema que se ha repetido en la historia calerana. "Había un comentario general que los futbolistas llevaban una vida licenciosa. Que venían a la ciudad sólo a cobrar un sueldo y que no les importaba ganar o perder. Tuve que convertirme en una especie de `nana´ y preocuparme que estuvieran temprano en sus casas y que se cuidaran, más que nada por lo que hablaban. Al final del torneo estuvimos a punto de subir".
El cuadro "rojo", a fines del Campeonato de Segunda División de 1982, terminó en el tercer lugar. La expectante posición les permitió jugar la Liguilla de Promoción en el Estadio Sausalito de Viña del Mar. Jugaron con Palestino, Unión Española y Cobresal. Pese a que los caleranos abarrotaron -con cinco mil personas- las graderías del campo viñamarino, los caleranos no subieron a la Primera División.
9.3.- Las alegres pretemporadas en Quintero
Al año siguiente, Unión La Calera siguió contando con Alfonso "Chepo" Sepúlveda en la banca. El entusiasmo andaba por las nubes y los caleranos creían que 1983 sería "el año decisivo". El director técnico recuerda que "se hablaba de fútbol en todos lados. Esta es una ciudad muy especial y muy futbolizada. Los lunes había verdaderas reuniones en las calles para analizar las victorias o derrotas".
Se hacían pretemporadas bien especiales, en la casa de Quintero del papá del Preparado Físico Darío de la Fuente.. Alfonso Sepúlveda dice que "las pretemporadas fueron claves. La casa era chica, pero nos arreglábamos como podíamos. Aparte de entrenar, hacíamos bailes de disfraces, cantábamos y conversábamos. Al principio parecía un poco raro, pero ese conocimiento le dio fuerza al grupo.
Los más extrovertidos en las pretemporadas "eran Cristián Jélvez, Juan Carlos Vera, Abraham Giadalach, el Kiko Chahuán, Mario Vásquez, se convirtieron en las almas de la fiesta. Uno de los líderes era el arquero Daniel Díaz. Venía de Cobreloa y era un consejero para los más jóvenes. A otros les costaba, pues eran más cortos de genio. En Quintero se consolidó un grupo de personas que se conocían en todos los aspectos. Después, se notaba ese conocimiento cuando estaban en la cancha".
Alfonso "Chepo" Sepúlveda dice que ese año "pude contar con una serie de jugadores jóvenes que habían madurado futbolísticamente. Era una situación que me caracterizaba, pues siempre tuve la suerte de visualizar muchachos que podían llegar a ser buenos futbolistas. En Unión La Calera se repitió ese hecho y el plantel de ese año tuvo a varios de ellos como titulares".
Al final del campeonato nuevamente estuvieron a punto de subir. Alfonso "Chepo" Sepúlveda recuerda que la esperanza llegó hasta Curicó. "Llegamos a jugar allá, donde el equipo estaba a cargo de un entrenador que había dirigido a Unión La Calera. Hizo que nos mojaran la cancha antes del partido. Jugamos en un barrial y perdimos tres por dos. Si hubiéramos ganado, habríamos subido en la fecha siguiente".
9.4.- Los míticos "cafés" del "Chepo".
Pese a que el equipo no ascendió a la Primera División, el entusiasmo calerano se mantuvo por las nubes. "En 1984 -dice `Chepo´ Sepúlveda- ya teníamos un equipo consolidado. Aunque se tuvo que vender a Marco Antonio Figueroa (a Everton), teníamos un plantel muy capaz de grandes cosas".
"Además -agrega Alfonso Sepúlveda- había una muy buena relación con los dirigentes. Realmente eso siempre pasa cuando el equipo pierde poco. Hubo una relación muy especial con Nazzar y Bichara Chahuán que se convirtió en el gran espíritu y símbolo del equipo. Los únicos problemas, aunque menores, eran con Nicolás Chahuán. Es que era demasiado apasionado. Se paraba fuera de la cancha y gritaba a los jugadores que `le echaran para adelante´. Me complicaba todas las tácticas, pero era su manera de ser. Su forma de amar a su club".
Para Alfonso "Chepo" Sepúlveda el equipo de 1984 ha sido su ideal personal. "Fue un plantel que pude guiar a lo que quería. Era un grupo alegre, de buenos compañeros y excelentes futbolistas, con una proyección enorme. Varios llegaron a la Selección Chilena".
Entre ellos, el lateral Daniel Ahumada (quien fue titular en el equipo chileno en las Olimpiadas de 1984) , el defensa central Cristián Jélvez y el volante Juan Carlos Vera, que ya había sido seleccionado, por Luis Sántibáñez, en el proceso eliminatorio para el Mundial de 1982.
Alfonso "Chepo" Sepúlveda dice que fue un equipo muy dócil. "Sabía, por la experiencia de los años anteriores, que ser futbolista profesional en La Calera es muy difícil. La ciudad ofrece muchas tentaciones que han dejado en el camino a grandes proyectos de jugadores. Yo me preocupé mucho de la vida personal de los muchachos".
El entrenador salía las noches de los jueves y viernes a verlos en sus casas. "Quería tener la seguridad -dice- que estuvieran en sus hogares y en buenas condiciones. Conversé mucho con sus señoras y los conocí mucho en su intimidad, lo que me permitía tener un gran acercamiento con ellos. Era un tipo de visitadora social o una especie de papá de todos ellos. Lo futbolístico lo tenían de sobra y los domingos arrasaban".
El cuadro "rojo" de 1984 -en realidad era rojo y blanco en grandes franjas horizontales, por las camisetas compradas en la Tienda "El Crack" de Héctor Tapia- estuvo 18 fechas sin perder. "En realidad jugaban tan bien que sólo tenía que dedicarme en el entretiempo a ajustar algunas piezas. La gente los llamaba `los cafés del Chepo´. Sin embargo, no era para tanto, pues el verdadero trabajo y los consejos se daban en la semana".
9.5.- Unión La Calera campeón y de vuelta entre los "grandes"
El torneo de Segunda División de 1984 -que se dividió en varios grupos- fue una fiesta perpetua para los caleranos. El equipo estuvo dieciocho fechas invicto y fue campeón de su grupo. Sin embargo, el cuadro "rojo" debió disputar una liguilla con los mejores de las otras series. Sus rivales fueron los equipos de Súper Lo Miranda, Santa Cruz y Curicó.
La hinchada calerana, enfervorizada, acompañó a sus jugadores -como en los viejos tiempos- a Rancagua, Sausalito y Santa Laura. Sin embargo, en el primer partido, el cuadro rojo sufrió una baja importante. Alfonso "Chepo" Sepúlveda recuerda que "le fracturaron una pierna al arquero Daniel Díaz, que era uno de los jugadores más importantes del equipo, especialmente por su capacidad de liderazgo. Debió reemplazarlo Abraham Giadalach, que se convirtió en un revelación".
El 21 de noviembre de 1984, luego del triunfo sobre Súper Lo Miranda en el Estadio Santa Laura -con miles de caleranos en las graderías- Unión La Calera consiguió volver al fútbol grande. La fiesta duró toda la noche y tuvo su epicentro en la Plaza O´Higgins, frente a la Municipalidad, donde más de diez mil caleranos bailaron y cantaron toda la noche.
El entonces presidente de Unión La Calera, Nazzar Chahuán Nazar, decía a un diario porteño: "queremos permanecer en Primera División por muchos años más. Con tres mil socios al día podemos financiar a la institución y conseguir que vuelva a ser grande".
Entretanto, un grupo de jugadores, Juan Carlos Vera, Gonzalo Leiva (hijo de Héctor "Tito" Leiva, campeón en 1961), Ricardo Castro, Abraham Giadalach y Jorge Chahuán habían decidido bajarse del bus en Hijuelas. Debían cumplir una promesa hecha a la Virgen de la Gruta de Lourdes, ubicada en la Población Cemento Melón. Caminaron desde la comuna vecina hasta el lugar de oración y, sólo después de cumplir su promesa se integraron a la fiesta calerana.
Sin embargo, aún faltaban un par de partidos para que Unión La Calera se convirtiera en campeones de la Segunda División. Aunque ya había logrado el ascenso a la División de Honor, debía disputar el primer lugar del torneo con Deportes Concepción, el ganador del otro grupo de finalistas. El primer partido lo ganaron los caleranos por tres goles a cero y empataron a dos de visita -con goles de Héctor Román y Juan Santibáñez- en el Estadio Municipal de Concepción. Fueron los campeones de Chile. La fiesta volvió a repetirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario