1.1.- Una breve mirada a los inicios a la historia de la ciudad
Las primeras crónicas que dan cuenta de la existencia de La Calera, hablan de una gran aptitud atlética de sus habitantes. En 1732, el Capitán de Guardias Reales, José de Alvarado contó que en el paso de los conquistadores por el lugar, había unos aborígenes en unas chozas, los que huyeron corriendo ágilmente hacia los cerros apenas vieron a los españoles.
Sin embargo, el sitio –estrechado por el río y las ciénagas- era conocido desde la época de la dominación incásica. En los cerros del lugar se explotaban minas de carbonato de calcio o cal. Estas faenas le darían el nombre al lugar. Luego de ser una posesión de los jesuitas, pasó a manos del industrial boliviano Ildefonso Huici.
En su hacienda se construyó el primer villorrio. Allí vivían los trabajadores de sus campos y, después, de su molino. En 1844 se trazaron las calles de la ciudad. Cuando, en diciembre de 1891 –después de la Guerra Civil- se decretó su condición de municipio ya era una comunidad mayor.
Sin embargo, sólo el 6 de mayo de 1894, se instaló el municipio. Su primer alcalde fue un intelectual de lujo: el escritor y presidente de la Academia de la Lengua, Alejandro Silva de La Fuente. Era dueño de un molino e instaló el primer sistema eléctrico que iluminó la ciudad.
1.2.- El fútbol llegó en ferrocarril a La Calera
El ferrocarril llegó en 1861 a La Calera. Fue un acontecimiento. Las locomotoras y vagones fueron la base del desarrollo de la incipiente ciudad. A través de las vías férreas comenzaron a llegar nuevos habitantes de todo el país. También inmigrantes extranjeros. Italianos, alemanes y, después, los árabes. Crearon empresas y desarrollaron el comercio.
Con el tiempo, la ciudad se convirtió en un nudo ferroviario. Era una estación de la red entre Valparaíso y Santiago. Después, fue el punto de partida de las vías al norte. Un sitio estratégico en el desarrollo económico del país. La ciudad se hizo cosmopolita. Las costumbres de todo el mundo confluían en los andenes de la vieja estación.
También el fútbol llegó a bordo de los vagones de los trenes a la ciudad. Fueron los ferroviarios los que trajeron el juego del balompié a La Calera. El deporte había llegado a Valparaíso y Coquimbo, a través de los marineros británicos, en la última década del Siglo XIX. En terrenos escampados, cercanos a las vías, se jugaron las primeras y precarias “pichangas”.
El primer club de fútbol de la ciudad fue el “Ferroviarios”. Los primeros partidos los jugaron entre los trabajadores de las distintas secciones del ferrocarril. El juego llamó la atención y comenzó a congregar multitudes. En otras fábricas y entre los empleados del comercio de la ciudad también se comenzó a practicar el balompié. A principios de siglo ya había algunos partidos clásicos.
1.3.- Cuando "Cemento Melón" empató con la "roja"
Sin embargo, con la instalación de la Fábrica de Cemento Melón, en 1908, el nuevo deporte se comenzó a consolidar en la ciudad. En las distintas faenas de la nueva industria, se formaron diversos equipos y hasta se creó una liga interna. También se fundó el Club Deportivo "Cemento Melón", que abarcaba diversas disciplinas.
El fútbol “cementero” contaba con jugadores contratados como trabajadores de la empresa, era reconocido entre los grandes del país. Incluso, durante la preparación –que se hizo en Quillota- de la Selección Chilena para el Campeonato Sudamericano de Brasil, en 1921, se enfrentó a la “roja”, que entonces era “terracota, como la casaca de la Tercera Compañía de Bomberos de Santiago”.
El Club Deportivo "Cemento Melón”, en un partido de preparación, empataron con el Combinado Nacional. El resultado generó una de las primeras polémicas del fútbol chileno. Incluso, entre los cronistas deportivos de países sudamericanos se comentaba el bochornoso empate “de la selección terracota con los mineros de `Cemento Melón´”. El singular hecho aparece en varios libros de historia del fútbol nacional.
1.4.- La primera liga de fútbol de la zona
Entretanto, en el fútbol de la ciudad ya habían aparecido otros clubes. El 1º de mayo de 1925 se fundó la primera Liga de Fútbol de La Calera. Entre los pioneros, se contaban “Ferroviarios”, “Cemento Melón”, “Calera Comercio”, “Independiente”, “Victoria”, "Chilenito", “Minas Calera”, “Minas Melón” y “Hacienda el Melón” de Nogales, "Esmeralda" de El Melón, “Argentina” y “Magallanes” de Hijuelas, entre otros de los primeros años.
Se jugaba en el Estadio de Cemento Melón (que entonces estaba en el actual ingreso a la planta industrial por calle Carrera), en la cancha Enrique López Maqueira (en Carrera y Zenteno, frente al Juzgado); en Hijuelas y Nogales. El reducto de los “cementeros” era una cancha empastada, con tribunas de concreto para dos mil personas, las que después –en una notable faena de ingeniería de Rodolfo Mateluna- fueron trasladadas a su actual sitio.
El fútbol logró tal acogida entre los caleranos que los campos deportivos se llenaban todos los domingos. Cualquier partido clásico llenaba las aposentadurías del Estadio Cemento Melón. Aparte de cumplir el rol social de entretener, el fútbol también emprendía campañas en beneficio de la ciudad.
Entre jornadas futbolísticas y veladas boxeriles –otro deporte de fuste en la ciudad- se consiguieron los recursos para construir, en 1934, el primer cuartel de Carabineros de la ciudad. También el fútbol colaboró con partidos a beneficio de los cesantes salitreros que llegaron, por centenares, desde el norte. Muchos de los mineros del caliche, especialmente de las Oficinas "María Elena" y "Pedro de Valdivia" jugaron por los equipos caleranos. Hubo -y hay- clubes que recuerdan el pasado salitrero de sus fundadores.
Incluso, hasta la Iglesia Católica contó con un club en la Asociación de Fútbol de La Calera. El "Carlos Pinto Fútbol Club" fue fundado por el cura del mismo nombre, quien había llegado a El Melón. Encontró que el deporte era una excelente forma de entretención para los jóvenes. El mismo sacerdote dirigía el equipo y la hinchada. Era bastante apasionado. Incluso, se recuerda su participación en algunas riñas entre los aficionados.
1.5.- Los primeros astros del fútbol calerano
La Asociación de Fútbol de La Calera -aparte de pionera en la zona- tenía grandes jugadores. En realidad era una liga semiprofesional pues la mayoría de los clubes contrataba a sus jugadores para trabajar en las diversas industrias, el comercio o en los campos.
"Cemento Melón" y "Ferroviarios" eran, inicialmente, los más poderosos. Sin embargo, "Calera Comercio" basaba su poderío en el "buen ojo" de algunos directivos. Alberto "Maestro" Caso y Juan "Turco" Amed fueron los primeros veedores de fútbol de esta zona.
Entre los astros del fútbol calerano de la década de los años 30, algunos aficionados aún recuerdan al mítico arquero Manuel Piñones. El era jugador de "Calera Comercio" y llegó a ser Seleccionado Nacional. Por el mismo club también jugaba un defensa central de fuste, Pedro Segura, quien había llegado desde el norte.
En el "Argentina" de Hijuelas hicieron fama los hermanos Rodolfo y Oscar "Chato" Orellana, hábiles delanteros que incluso fueron tentados por clubes del fútbol profesional santiaguino. La familia también dio otro futbolista de fuste: Manuel "El Mel" Orellana. Todos jugaron, un tiempo, en Colo Colo. Otro astro calerano que dejó huella fue Domingo "Chuma" Reyes, un habilidoso interior izquierdo de "Ferroviarios".
Por su parte, "Cemento Melón" contaba con el seleccionado chileno Enrique Leiva y Osvaldo Cabrera, más conocido como "Pata de Cañón", por su potente disparo. Por "Esmeralda" de El Melón destacaban los hermanos Pedraza. Con estos futbolistas, las selecciones de fútbol caleranas era una constelación de astros.
El clásico provincial era con Quillota, que contaba también con un plantel estelar que provenía de San Luis. Lo encabezaban el arquero Carlos Hill, el mediocampista Oscar Alfaro y el delantero Iván "Chincolito" Mayo. El fútbol calerano ofrecía a Manuel Piñones, Pedro Segura, Domingo "Chuma" Reyes y otros. El 19 de septiembre de 1931, se disputó la Copa "Rotary Club". Ganó el equipo calerano. Una gran cantidad de partidos terminó antes de tiempo y a puñetes. La rivalidad ya era demasiado fuerte.
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