7.1.- El debut de los "rojos" en el año del Mundial
Aparte de ser el año del debut de Unión La Calera, fue también el del Mundial de Fútbol en Chile. Hubo caleranos que fueron protagonistas de la gran fiesta del balompié. El ex presidente de Unión La Calera, Arturo Ovalle fue director de la sede de Viña del Mar. Incluso estuvo a punto de conseguir que el Estadio Municipal se convirtiera en Villa Olímpica de la Selección de México.
Además, integró el plantel del equipo chileno el volante Braulio Musso, quien en su juventud fue jugador del "Cóndor". El Mundial de Fútbol retrasó el debut de Unión La Calera en la Primera División. Se había mantenido Oscar Andrade en la Dirección Técnica y gran parte del plantel campeón de Ascenso. La novedad era el ala izquierda del ataque, que conformaban Orlando Cunha Filho y Klinger Ramos, más conocido como "Zullinger".
Unión La Calera contaba también con un plantel de jugadores jóvenes de calidad. En los partidos de reserva alternaban Luis Libuy, Luis Anábalón, Mario Farías, José Sepúlveda, Ovaldo Ocaranza, Sergio Cabrera y Manuel "Poroto" Núñez. Varios -algunos estaban a préstamo de otros clubes- y fueron parte de una Selección Chilena Juvenil. Luego partieron a otras instituciones.
El arquero Luis "Tato" Pérez recuerda que "el cambio no fue tan drástico. En esos tiempos el fútbol de ascenso era tan bueno como el de Primera División. Llamamos la atención desde el comienzo, porque teníamos un juego técnico y aguerrido. Al poco tiempo, nos convertimos en un equipo de respeto, especialmente jugando en casa. Además, los caleranos eran exigentes. Cuando perdíamos era mejor que no nos viéramos. Una vez, cuando caminaba con mi esposa por la calle, unos ferroviarios me taparon a garabatos".
Varios equipos "grandes" conocieron la derrota en el campo calerano y otros debieron bregar hasta el final para llevarse los dos puntos. En su primera incursión en Primera División, Unión La Calera terminó en el duodécimo lugar, entre 18 participantes
7.2.- La llegada a la presidencia de Sabino Chahuán
Sabino Chahuan Awad era uno de los fundadores de Unión La Calera. Durante muchos años ocupó cargos directivos. Era un comerciante destacado de la ciudad y tenía a su cargo, entre otras cosas, la distribución de los cigarrillos. Su empresa "Sabas Chahuán e hijos" era reconocida.
Su hijo Arturo Chahuán Issa recuerda que "un señor Aylwin, quien era un importante ejecutivo de la Maltería Aconcagua, era el presidente del club. Por problemas que desconozco debió dejar el cargo y, a mediados de 1963, lo asumió mi padre Sabino Chahuán Awad".
El nuevo presidente se encontró con un plantel sobredimensionado -entonces no se permitían ni cambios en los partidos- y con poco recursos para cancelar sus sueldos. Sin embargo, Sabino Chahuán y un grupo de directivos se las arreglaron para conseguir que el club siguiera funcionando y entre los "grandes" de la División de Honor.
Se había mantenido el plantel de los años anteriores y se habían incorporado algunos jugadores jóvenes. Sin embargo, se habían alejado de Unión La Calera, René Orlando Meléndez y el brasileño Orlando Cunha Filho ( se fueron a Colchagua). Entre otros, había llegado José Benito Ríos. Pese a que el cuadro "rojo" terminó en el décimo cuarto lugar, la campaña dejó una hazaña para la historia: el primer triunfo sobre Colo Colo en el Estadio Nacional.
El zaguero Nelson "Chueco" García, que llegó a los 18 años a Unión La Calera y a quien los médicos le recomendaban que tomara vino para que engordara, fue el héroe de la jornada. Llevaba nueve años en la zaga de los "rojos" y aún recuerda el partido más mítico de la historia calerana.
"El Estadio Nacional estaba lleno. Los colocolinos se habían convertido un autogol y ganábamos por uno cero. Sin embargo, reaccionaron y nos hicieron un par de goles. Luego el brasileño `Zullinger´ les hizo dos. Cerca del final nos empataron. Seguimos peleando y tuve la suerte de hacer el gol del triunfo. Ganamos cuatro a tres y nos recibieron como héroes en La Calera".
También Sabino Chahuán comenzó a hacer historia, pues estaría a la cabeza de Unión La Calera hasta 1967. Pese a no ser enérgico, era muy respetado por los jugadores. Luis "Tato" Pérez recuerda que "era un caballero. Tenía buen trato con todos. Nos escuchaba lo que teníamos que decirle y nos daba consejos. Era a él a quien recurríamos cuando teníamos problemas futbolísticos o personales".
7.3.- Un zaguero que sería el mejor del mundo
Durante las dos primeras campañas en la División de Honor, los equipos que había presentado Unión La Calera habían llamado la atención. Los jugadores Antonio Vargas, Moisés Silva, Fidel Zuleta y Raúl Torres, entre otros, eran pretendidos por los grandes del fútbol chileno. Sin embargo, optaron por quedarse en el cuadro "rojo", para el torneo de 1964, bajo la conducción técnica del argentino Salvador Biondi. También llegó el centrodelantero argentino Juan Carlos Soria.
Además, agregaron a un zaguero villalemanino de 17 años que pertenecía a los registros de Santiago Wanderers. Sergio Olave Castillo recuerda que "siempre hubo buenas relaciones con los evertonianos y wanderinos. Incluso, y varios más, éramos socios de Unión La Calera, de Wanderers y Everton. Además, hasta entonces, habíamos tenido muchos jugadores que provenían de esos clubes".
Elías Figueroa había debutado por Santiago Wanderers a los 16 años. Reemplazó a Raúl Sánchez que era el defensa central de la Selección de Chile. Era un "crack" en potencia que ya había sido seleccionado chileno juvenil en un Sudamericano en Colombia. Sin embargo, no tenía -por entonces- un cupo en su club. Por lo que la oferta de jugar en otro equipo le era tentadora.
El mismo Elías Figueroa recuerda que "el presidente de Unión La Calera, Sabino Chahuán y el entrenador Salvador Biondi me fueron a buscar a Wanderers. Ya me había casado y la hija del presidente calerano estudiaba en el mismo colegio de Quillota (Nuestra Señora del Huerto) donde estudió mi esposa Marcela Kupfer. Pensé que era un lugar donde tendría gente conocida".
Las conversaciones para conseguir el préstamo del joven zaguero fueron muy largas. Elías Figueroa dice que "todas las semanas llegaban a Wanderers el presidente Sabino Chahuán y el `Tano´ Biondi. Hasta que convencieron al dirigente Bartolomé Vacarezza y consiguieron que me viniera por la temporada de 1964".
En La Calera se iniciaría su larga carrera que, con los años, lo convertiría en "el mejor zaguero del mundo". Elías Figueroa recuerda que fue muy bueno eses equipo. Estuvimos entre los primeros lugares del torneo por varias fechas y además le ganamos a la Universidad Católica y Colo Colo. Nos convertimos en un cuadro solicitado y participamos en varios torneos extras, junto a los equipos grandes del país y algunos extranjeros".
No sólo en la cancha fue bien tratado. Los caleranos lo convirtieron en un ídolo. "Yo -dice- viajaba todos los días en tren a la ciudad y advertía el cariño de la gente. Iba a las casas de Sabino y Nicolás Chahuán, con quienes mantuve una larga amistad. También me reunía con los compañeros en un café del centro o en la residencial (`Alcazar´, en J.J. Pérez) de `Doña Nena´, donde almorzaba después de los entrenamientos y antes de volver a mi casa en Villa Alemana. También nos quedábamos allí para las concentraciones ".
Dice que la mayor virtud del cuadro "rojo" de 1964 fue su compañerismo y un plantel de jugadores de calidad, que se sobreponía a cualquier circunstancia adversa. "Recuerdo -agrega Elías Figueroa- que en un viaje a jugar con La Serena, quedó en pana el microbús que nos llevaba. Nos subimos en la parte de atrás de un camión y llegamos, como las seis de la madrugada, muertos de frío al hospedaje. Apenas nos habíamos acostado comenzaron a sonar las campanas de una iglesia cercana. Igual ganamos el partido en la tarde". A fines de 1964 Elías Figueroa volvió a Wanderers, jugó el Mundial de 1966, pronto partió a Peñarol de Uruguay e Internacional de Brasil. Después del Mundial de 1974 fue considerado el mejor defensa central del mundo.
El cuadro de Unión La Calera terminó en el noveno lugar en ese torneo. Empató el puntaje con Everton pero la diferencia de goles los relegó una posición. El dirigente Arturo Chahuán Issa recuerda que "aquel era una excelente equipo, con jugadores de calidad en todos los puestos. Hasta las fechas finales estuvimos cerca de los punteros. Sin embargo, la expulsión del defensa Pascual Valencia, unos partidos antes que terminara el torneo, nos hizo perder puntos. Ese año Unión La Calera debió haber terminado más arriba".
7.4.- Un "mago" flaco y con las piernas chuecas
La campaña de 1964 no tendría sólo a Elías Figueroa como el único ídolo de la hinchada. El delantero Manuel Saavedra Ibarra, flaco y con las piernas chuecas no le iba en zaga. Se convirtió en una especie de ícono popular de los caleranos. No tenía ni la pinta, ni los años, ni la contextura para ser futbolista. Sin embargo, en la cancha era mágico. La gente los apodó "El Mago" Saavedra.
Manuel Saavedra cuenta su historia calerana, que se alargó por diez años vistiendo la casaquilla "roja". "Me había ido a probar a Trasandino de Los Andes, mi ciudad, pero el entrenador Raúl Pino encontró que no servía para el fútbol y que me dedicara a otra cosa. Unos años después me llamó hasta la Selección Chilena".
En marzo de 1964 "me vine con tres amigos a probarme a Unión La Calera. Era un arquero, un marcador de punta y yo, puntero izquierdo. Salvador Biondi necesitaba un delantero y ordenó que me vistiera. A los cono minutos estaba en la cancha, flaco y con las piernas chuecas, maravillándome de los impresionantes físicos de Antonio Vargas, Moisés Silva, Elías Figueroa, Fidel Zuleta, Luis `Tato´ Pérez".
"Yo -agrega era flaquito, tenía 22 años, pesaba 65 kilos y medía un metro ochenta. Estaba feliz y asustado. Jugué en la punta izquierda en el equipo Reserva. Me marcó Antonio Vargas, un verdadero ´toro´, pero igual le hice un par de túneles y convertí un par de goles. En el segundo tiempo jugué en el cuadro titular. Después del partido, me llamó Nicolás Chahuán y a las dos semanas me hicieron contrato".
Manuel Saavedra hizo un nervioso debut profesional con Deportes La Serena, pero igual hizo dos goles. Sin embargo, su apodo de "Mago", se lo puso su compañero Fernando Córdova, en un partido en Santa Laura contra Unión Española. "Le pegué a la pelota, con tres dedos, desde las cercanías del córner. La pelota entró y sólo escuché a mi compañero que gritaba: `¡ Mago! ¡Mago!". De ahí nació el apodo que me marcó y que los caleranos hicieron suyo".
"El Mago" Saavedra dice que fue feliz "con mis jugaditas", que lo llevaron hasta la Selección Chilena y al Sudamericano de Montevideo. "Estuve diez años en Unión La Calera. Después del equipo del 64 hubo muy buenos equipos. Yo estuve en Unión La calera diez temporadas. Aunque pude irme a otros equipos, preferí quedarme, aunque en varios otros lados me ofrecían más plata. Unos seis años hicimos buenas campañas y el resto los pasamos luchando por no descender. Es la ley de los equipos chicos, pero nunca tuve que llorar un descenso".
.
7.5.- La rebelión por Vargas y el bendito dato de un ferroviario
El campeonato de 1964 dejó a los caleranos con ganas de llegar más alto. Pese a la partida de Elías Figueroa, se hicieron las gestiones para hacer un buen equipo. Para la campaña de 1965 se contó con el aporte de los argentinos Stauka y Muriela, además de Raúl Saporiti, un astro del fútbol trasandino, que después fue campeón del mundo con la Selección Argentina, como ayudante de César Luis Menotti, en 1978.
Sin embargo, la partida de Antonio Vargas provocó un escándalo. Los contó la Revista "Estadio". "No quedaron muy bien puestos los dirigentes caleranos, ante sus socios, con la transferencia de Antonio Vargas. Hubo seria oposición al traspaso, con petición de asamblea, intentos de mitin en la plaza y rotura de carnets. La gente de Unión La Calera entendía que si se estaba reforzando el cuadro con Staukas y Saporiti, no debía debilitarse en la defensa con la pérdida de Vargas. Pero cuando reventó la `rebelión´ el defensa lateral ya estaba transferido a Audax".
Sin embargo, la campaña de Unión La Calera en el Campeonato de Primera División de 1965, dejó mucho que desear. Ganaron apenas ocho partidos y resultaron penúltimos en la Tabla de Posiciones, a escasos puntos de Coquimbo Unido que debió irse a los potreros. De todos modos, ese año Unión La Calera volvió a contar con Moisés Silva, una de las figuras del torneo. Se jugó, cuando se inauguraron las primeras luces del Estadio Municipal, con la Selección de Cuba. Los "rojos" caleranos ganaron por un gol a cero.
A principios de ese mismo año, llegaron a Unión La Calera dos jóvenes jugadores de Copiapó. Habían sido contactados por un ferroviario, de apellido Aceituno, quien les habló a los dirigentes caleranos de un puntero de grandes condiciones. Se trataba de Luis Araya de quien se hablaban puras maravillas y a quien trataban de fichar varios clubes profesionales.
En una entrevista a "El Observador", el entonces presidente Sabino Chahuán contaba que "los ferrovarios eran los mejores veedores de futbolistas que teníamos en el club. El señor Aceituno nos trajo el dato de Luis Araya y de Osvaldo Castro. Otra historia señala que el gerente de Unión La Calera, Julio Rouston, después de conseguir el contrato de Araya, pasó a lustrarse los zapatos a la plaza de Copiapó. Allí supo por el lustrabotas que había un muchacho que jugando a pie pelado le pegaba como con un fierro a la pelota.
En una entrevista a Osvaldo Castro en el Diario "Crónica" de Concepción, el jugador dice que "don Julio, que era un zorro en el fútbol y no miraba a nadie en menos le hizo caso. Me fue a ver y me preguntó si quería jugar en Unión La Calera. Yo tenía 18 años. Lo llevé a mi casa, le presenté a mi madre y le pedí permiso para irme. Sólo me traje una maleta plástica y mi radio de velador".
Sin embargo, ambos jugadores llegaron, en 1965, cuando el plantel estaba listo, por lo que debieron volver a Copiapó. El arquero Luis "Tato" Pérez -que ya estaba en sus últimos años "rojos"- fue el primero en probar los balonazos de Osvaldo Castro. "Se quedó chuteándome al arco después de un entrenamiento. Realmente le pegaba fuerte al balón y yo quedé con los brazos doloridos. Le dije al entrenador José María Lourido que había que dejarlo, pero ya no había cómo inscribirlo".
7.6.- La furibunda zurda del "Pata Bendita"
Antes que se iniciara la preparación para el torneo de 1966 llegaron a Unión La Calera los delanteros copiapinos Luis Araya y Osvaldo Castro. El primero tuvo una deslucida actuación por el cuadro de los "rojos" caleranos. El segundo se convertiría en una de las más grandes leyendas de Unión La Calera y el fútbol chileno y mexicano.
El dirigente calerano Nazzar Chahuán Nazar lo recuerda como "un muchacho muy sano y de una humildad extraordinaria fuera de la cancha. Se casó con Susana Bobadilla, una muchacha calerana. Sin embargo, en el campo de juego no se achicaba ni ante el más pintado. Con `El Mago´ Saavedra armaron una gran dupla y jugaron juntos hasta en la Selección Chilena".
De los goles que hizo el delantero, que fue apodado "El Pata Bendita", se podría escribir un libro aparte. Entre sus "víctimas" futbolísticas se cuentan los arqueros Jesús Trepiana, Adison Aguilar, Juan Olivares, Manuel Astorga y varios zagueros que osaron interponerse entre su zurda -que calzaba el 38- la pelota y el fondo de las redes.
Manuel "Mago" Saavedra fue quien mejor lo conoció sobre el pasto. "Osvaldo Castro -dice- tenía la virtud de picar desde el primer minuto hasta el final del partido. Era incansable y siempre tenía el arco entre ojo y ojo. Hacíamos una jugada en diagonal, donde él siempre quedaba con la opción de fusilar a los pobres arqueros. Aparte de pegarle fuerte, le daba una comba que dejaba a los metas tirados para el lado contrario. No tenía idea de táctica. El disfrutaba sólo con hacer goles".
El ala izquierda de Unión La Calera, con el "Pata Bendita" y "El Mago" Saavedra adquirió rápida fama. En el año del debut de la dupla el entrenador Alejandro Scopelli los llamó a una primera preselección nacional. También nominó al defensa central calerano Fidel Zuleta. (También estaba Elías Figueroa). Osvaldo Castro y Manuel Saavedra jugaron, por la Selección Chilena, el Sudamericano de Montevideo en el año siguiente.
Sin embargo, su actuación en el Seleccionado Nacional causó más de un recelo entre algunos caleranos. La Revista "Estadio" señaló que "ambos integrantes del ala izquierda ya no son tan resueltos (en sus club) como en la primera parte del campeonato, en que llegaron no sólo a constituirse en una verdadera revelación de nuestro fútbol, sino que recibieron con justicia el verdadero espaldarazo que para esos dos jugadores les significó el ser designados integrantes del plantel seleccionado".
Pese a que el renovado equipo de 1966 tenía a grandes jugadores como Constantino Mohor (quien fue seleccionado chileno), el arquero Francisco Valencia y José Bravo, entre otros, además de tres goleadores de fuste: el uruguayo Pedro Grafigna, Osvaldo Castro y Manuel Saavedra, el cuadro de Unión La Calera remató en el décimo lugar al término del campeonato. Peor estuvieron en 1967, donde resultaron penúltimos (con el peruano Gerardo Delgado como goleador) y sólo en el último partido pudieron aventajar a San Luis, por un punto.
En los años 1968, siendo presidente del club el industrial Juan Vasalli, se cambió el sistema de torneos -un Metropolitano y un Provincial- y Unión La Calera se mantuvo más cerca del fondo que de la medianía de las tablas. Sin embargo, el "Pata Bendita" seguía dando que hablar por sus furibundos goles y por una singular transferencia a Deportes Concepción, cuando había recibido suculentas ofertas de clubes argentinos y uruguayos.
Según el Diario "Crónica" de Concepción, "la dirigencia calerana enfrentaba serios problemas de financiamiento, que sólo las ofertas por el `Pata Bendita´ podían remediar. En ese momento la prensa capitalina especulaba con una oferta de San Lorenzo de Almagro, que ofrecía 200 mil escudos de la época.
Sin embargo, Osvaldo Castro se fue a Deportes Concepción -según cuentan ellos mismos- "por veinte mil escudos en billetes y 170 mil en puros documentos a la fecha". Jugo dos años en el equipo penquista (en 1969 fue goleador del campeonato) y luego fue vendido a México, por mucho más dinero que por el que había sido comprado. Allá fue un ídolo, lo fracturaron y volvió a jugar. Los mexicanos hasta le hicieron una película con sus goles.